lunes, 19 de mayo de 2008

EL FAROL

El farol que esta del lado derecho de la pileta de la plaza principal del pueblo parecía estar embrujado. Los pernoctadotes menos recomendables del pueblo cuentan historias poco creíbles sobre la luz que proyectaba el foco.

La realidad es que casi todo el año estaba apagado. Pero algunas noches, generalmente en invierno, el foco se prendía a su propia voluntad y, según dicen, el mismísimo Diablo jugaba con él.
Las anécdotas son siempre en tercera persona, por lo que si son reales siempre sonaran inverosímiles.
Una borracho que dormía siempre en el banco mas alejado de la plaza jura que vio como la luz del farol doblaba la esquina e iluminaba un auto que yacía a la sombra de la ilegalidad de la noche, y no conforme con la “comba” lumínica se metía de guapa dentro del vehículo iluminado al jefe de la comisaría con un travesti de un pueblo vecino. El borracho, luego de contar lo visto desapareció misteriosamente. Según la versión oficial el señor fue internado en un neuropsiquiátrico, del cual escapó y desapareció para siempre.

Un joven que lloraba un amor perdido sentado en un cantero mientras envidiaba una feliz pareja que se besaba sobre ese farol, asegura que en un momento las sombras que proyectaban sobre las baldosas rotas de la plaza se liberaban de sus dueños. La sombra del novio salió corriendo desesperadamente huyendo de la sombra de la novia, que al ver tal desplante se acercó a la sombra del joven que estaba sentado y se fundió con esta. El testigo dijo que al ver esto escapó del miedo, pero no puede asegurar que su propia sombra lo haya acompañado.

Luego se han contado decenas de historias de sombras que no correspondían con la persona. Señores de sombrero que proyectaban sombras de largas faldas y rodetes, perros que proyectaban sombras de gatos, gordos que proyectaban sombras de flacos y sombras de victimas de robo que asaltaban las de sus asaltantes, pero nunca pasaban de ser historias de locos y borrachos.

Pero un día el farol fue quitado de la plaza. Se cuenta que el jefe de la cooperativa eléctrica, que casualmente vivía frente a la plaza y había oído los rumores, tuvo que hacer una guardia a un pueblo cercano y volvió antes de lo que pensaba. Al llegar vio que el farol estaba prendido, y se acerco sigilosamente hasta su casa. La luz de la ventana del living también estaba prendida, y por las cortinas se dejaban ver la sombra de su mujer en pleno acto amoroso con la sombra de un señor. Dicen que dudó unos minutos, dio media vuelta sobre sus pasos y se puso a quitar el farol, el palo y tapar el hueco con cemento fresco.
No era supersticioso, pero desde ese día, prefirió creer en brujas, fantasmas y cuentos de viejas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Qué lindo texto!!
Precioso :)

Saluditos

(andrea) dijo...

me hiciste acordar a los cuentos que leía de chica...
muy lindo muy lindo :)

Saludos!