
El viejo pelado la vio enseguida, incluso antes de que ascendiera al ómnibus.
La mujer no logró conseguir asiento por lo que viajó las primeras cuadras parada, y acercándose al medio del colectivo a medida que descendían pasajeros.
Cuando llegó al asiento del señor este se levantó cediéndole el lugar a la joven, y ella accedió con una sonrisa.
Desde dos o tres asientos mas atrás yo observaba la situación sin mucha atención, hasta que el señor comenzó a acercarse a la veinte añera para hablarle cerca del oído.
Tengo cierto desprecio por esta clase de individuos, por lo que intenté escuchar o leer los labios con los siguientes resultados:
-”Sos muy linda”
-”Tenés muy lindos ojos”

-”Yo tengo buen ojo para las mujeres”
-”Anotame tu teléfono acá”
En ese momento le acercó un diario enrollado y una birome para que la mujer le diera su teléfono y yo comencé a juntar bronca.
Medí cada centímetro calculando el tiempo en levantarme, esquivar a una vieja mientras le daba propulsión a mi puño cerrado y la mira era la nuca del viejo verde.
Ya tenía todo fríamente calculado, solo me faltaba la señal que me debería dar la joven al rehusarse a seguir hablando con el tipo, pero la señal no llagaba.
Ella le anotó algo en el diario, quizás un teléfono falso para sacárselo de encima, pero luego se desocupó el asiento y los dos se sentaron juntos. Durante varias paradas observaba al viejo chamullándole en el oído y la pelirroja sonreía y contestaba.
Llegué a mi destino y ellos continuaban charlando, y quizás haciendo algún negocio.Yo tuve que bajarme indignado y con los puños llenos de justicia.
1 comentario:
Puta madre, que bronca!!!
Te entiendo yo hubiera medido igual al viejo... aunque seguro me bajaba gruñendo y con "los puños llenos de justicia"
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