EL BAR DEL CONSUELO

A dos cuadras de la plaza funcionaba un bar temático que era furor en los años 90. Concurrían los hombres del lugar, los forasteros, los de pueblos vecinos y varios de otras provincias que se llagaban por recomendación de alguno. El bar era para hombres abandonados y/o rechazados.En la entrada había una hermosa recepcionista que hacía cumplir el derecho de admisión de una forma muy particular.Los que solicitaban el ingreso eran sometidos a un breve interrogatorio donde debían explicar las razones por las que llegaban al lugar. Detrás de la joven había varias puertas.Los infieles descubiertos eran recibidos con una certera bofetada en la mejilla derecha. Ellos ingresaban por la puerta Nº1.Por la puerta Nº2 ingresaban los recién divorciados. A ellos, luego de confesar su separación se le preguntaba cuanto dinero tenían encima, y se les quitaba la mitad.Los crueles, impuntuales, golpeadores, borrachines, jugadores compulsivos y panzones echados de sus casas se los hacía pasar por la puerta Nº3, donde luego de hacer una larga y lenta cola eran maltratados por otra recepcionista que durante el día trabajaba de empleada pública en rentas.
Los hombres engañados ingresaban por la puerta Nº4. Pero en realidad era la Nº5, y se enteraban cuando ya era demasiado tarde.

Por la puerta Nº 6 ingresaban los feos. Cansados de cambiar declaraciones de amor por desprecios. Allí los esperaba una Morocha alta, delgada y muy pechugona. Ella les daba la bienvenida con un escandaloso beso de película. Algunos creían que la mujer era ciega, otros que era por lo menos miope y los mas veteranos creían que estaba pagando el precio por rechazar a tantos enamorados.
La última puerta la atravesaban los que solo buscaban un lugar para beber. Solos, cobardes que nunca habían apostado al amor, maridos amorosos, novios románticos y perritos falderos. Esta puerta era solo una fachada, y el ingreso en realidad era la salida.
Una vez dentro del bar todos se mezclaban. Se sentaban en mesas de 4 y la barra siempre estaba llena. No había mujeres, ni música, ni partidos de fútbol ni juegos de naipes. Todos los que llegaban era para beber el famoso trago del Bar del Consuelo.Se decía que luego de varios vasos largos con hielo el rechazado encontraba la comprensión, siempre de la mano del despecho. Mas que un reconocimiento del error, el amargo brebaje les daba una falsa sensación de victimas. Las mujeres que no los amaban estaban tan equivocadas que no se merecían hombres como ellos.Los hombres con penas de amor, borrachos, se consolaban los unos a los otros hasta el amanecer.Al cabo de dos años se coló un inspector municipal en las instalaciones y descubrió que el brebaje mágico no era otra cosa que Vodka con té de ruda macho.No pudo clausurar el lugar porque no había motivos, pero sacó una solicitada en el diario del pueblo develando la recete del engañoso trago del consuelo. El dueño del bar se tuvo que mudar a una cuadra, bajó los precios de su licor y cambió a las recepcionistas por otras no tan agraciadas.Hoy en día el Bar funciona todas las noches con igual o mayor concurrencia, pero bajo otro nombre. Ahora se llama “El Bar de Consuelo”.Se dice que la magia no estaba en el trago, sino en los vasos. Cada tanto cae algún inspector con una estúpida teoría de que cualquier bebida alcohólica en exceso produce esa sensación, pero es ignorado por los fieles clientes y acusados de ser funcionarios solos, cobardes que nunca han apostado al amor, maridos amorosos, novios románticos o perritos falderos.