
En ese momento siento que los problemas del mundo desaparecen. El sonido de la lluvia mezclado con el de las aspas del ventilador crea un efecto que ensordece a la ciudad, dejando entrar al sueño por la puerta grande de la tranquilidad.
Lo mejor que puede pasar luego es abrir la ventana y dejar entrar el gris de la tarde entre las gotas de lluvia estrelladas contra el vidrio. Descubrir que se ha cortado la luz y llegar a la noche abrazado a la mujer que amo, contemplando la oscuridad y el silencio, interrumpidos tan solo por la luz de un rayo y el estruendo de un trueno. Y que la quietud de nuestros cuerpos solo nos la quite el verbo amar.
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