lunes, 15 de octubre de 2007

ESTADO OPTIMO

De los placeres más grandes que tengo, uno es acostarme a dormir una buena siesta escuchando el ruido de la lluvia contra las hojas de la Palta que da a mi ventana. Si me dan a elegir la estación del año prefiero el verano, tapado con una sábana y condimentando el ambiente con la ráfaga de viento de un ventilador no demasiado silencioso.
En ese momento siento que los problemas del mundo desaparecen. El sonido de la lluvia mezclado con el de las aspas del ventilador crea un efecto que ensordece a la ciudad, dejando entrar al sueño por la puerta grande de la tranquilidad.
Lo mejor que puede pasar luego es abrir la ventana y dejar entrar el gris de la tarde entre las gotas de lluvia estrelladas contra el vidrio. Descubrir que se ha cortado la luz y llegar a la noche abrazado a la mujer que amo, contemplando la oscuridad y el silencio, interrumpidos tan solo por la luz de un rayo y el estruendo de un trueno. Y que la quietud de nuestros cuerpos solo nos la quite el verbo amar.

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