domingo, 15 de abril de 2007

PUTA MISERIA

Cenando en las mesas de afuera de un bar céntrico de Córdoba pasamos un mal momento al ver como un señor de unos 55 años intentaba vender unos mini ositos de peluche dentro de una cajita.
Usaba un método que me desagrada porque ya lo he visto otras veces causándome la misma impresión; a saber: Se acercaba a la mesa de los comensales con el producto y la oferta. Al ser rechazado y luego de insistir en los beneficios del producto aludía a los días que hacía que estaba sin comer y a la falta de ayuda del gobierno. Hasta ahí es aceptable porque es su trabajo, pero vamos a la parte que considero que esta mal: Junto a él llevaba a su hija de unos 15 años de edad a la que le había exhortado, seguramente sin necesidad, poner cara de lástima. Si un padre verdaderamente ama a su hija no la expone a una humillación tal, sobretodo a esa edad y obligándola a estar a su lado. Luego de todos los métodos mencionados imploraba por su hija al cliente pidiéndole que ablandara el corazón y por último se retiraba maldiciendo e insultado.
Cuando llegó a nuestra mesa, que por algo fue la última no solo no tuvo suerte sino que terminó insultándome.
Estuvimos un rato en silencio digiriendo el mal momento, y a le memoria de me vinieron ejemplos similares:
- La señora que esta en la peatonal con sus dos hijos menores pidiendo y en la otra cuadra dos hijos mas y en la otra la mayorista de las hijas.

- El grandulón que toco timbre en casa y cuando le abrí me puso en la cara un chico con síndrome de down y en silla de ruedas al que paseaba por todo el barrio.
- El tipo y su esposa que se para en las esquinas y manda a sus tres hijos a pedir casa por casa mientras ellos comen los criollos que reciben.

Considero mal que obliguen a sus hijos a acompañarlos solo porque les sirven para su objetivo, que es el de poner a la persona en una situación incomoda en la que es mas fácil ceder ante la petición que rechazar veinte veces, donde cada no te hace sentir una basura de persona. Además no tiene porque insultar o maldecir al que se opone a comprarle.Cabe aclarar dos cosas para que el que lea esto no crea que soy tan frío: Ayudo la veces que puedo a las personas que creo que se lo merecen, que por lo menos es algo y me siento útil en la función social, y que yo también vivo de la venta y utilizo herramientas similares para lograr lo negocios, pero no termino insultado al que me dice que no le interesa. Y por sobretodos las cosas, si algún día me encuentro en la posición de este como otros señores que sin trabajo estable deben darle de comer a sus hijos, no los voy a obligar a hacer algo que es mi deber. Quedaran al resguardo de la humillación publica y seré yo quién cumpla con mi función de padre.

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